domingo, 31 de agosto de 2014

DESPEDIDAS EN BOBBEJAANLAND



 

Supongo que es fácil decir que la vida es como un parque de atracciones: ahora arriba, ahora abajo. Pero lo difícil, sin duda, es darse cuenta de la sabiduría que contienen las palabras sencillas. Aunque se tarde años, algún día, se llega a entender que todo cuenta. Que todo suma, que todo nos ha hecho llegar hasta aquí, hasta hoy. Y damos las gracias. Y hacerlo no es, en absoluto, fácil. Por que la vida es algo muy sencillo que se nos complica continuamente. Hacer definiciones simplificadores nunca estuvo bien visto.


No podría resumir en una enciclopedia lo que cuenta el agua en un minuto. Me solicitan que resuma un año en un post. El año más vacío, el más complicado de resumir. No me abrumo, y me permito hablar del proceso, porque el registro está enviado. Recibieron, y recibirán, mis cartas aquellas personas que significaron para mí un paso más en mi camino. A ellos, darles las gracias es más fácil, aunque el ego en ocasiones destruye relaciones.

Las pulseras, la gente las conserva como medallas. I SURVIVED LEUVEN. La única importante para mí, es la que no conservo. Se la dí a ella.


He visto coches marchar. Tantas carreteras… Recuerdo la primera vez que estuve en este país, en estas carreteras. Charleroi-Bruselas. 2010, el tiempo vuela, los aviones vuelan. Volamos (Clica aquí para leer cómo nos fue el vuelo) Bruselas-Londres. Para despedir el bachillerato un año antes. Toda la vida con prisas. Veo un futuro lleno de aviones y bicicletas, porque así viajamos los pobres. En vuelos chárter de última hora.


3 besos y un enorme abrazo. Cambiando las categorías, de conocido a belga, de belga a amigo. Es cierto que los belgas son especialitos, pero hay algunos que hacen el año especial. Para ellos he sido el que ha estado este año. Para mí, han sido mi año. Ahora, parte de mi vida. Un pequeño temblor en su vida que no se desestabiliza. Para mi vida desestabilizada, una viga de construcción. Ahora cambian las tornas; al principio del año, era lo que dejaba, ahora ellos se quedan, y yo me marcho. Cuánto menos traigas, más te llevas. ¿Qué me llevo? Hay que venir vacío.

 

Grandes moles de cristal capitalista. Una sociedad que no se da cuenta que lo único que llena es el vacío. Las cosas gratis de la vida no tienen precio. Respirar es mi nueva droga.

 

Continúo jugando a ser periodista de taxistas, preguntando sobre sueños por frustrar.

-          Make some money, travelling and see with my own eyes… that everywhere is the same.
-          But…, what do you mean with the same?
-          People live their life; in a different way, it’s true; but it’s like that. Everybody is living his life…
-          Just go with the flow…


Hoy he dicho adiós al niño que fui, a esa parte de la infancia que Tom-Tom representaba. Un niño de 12 años, 40 kilos, 145 cm de estatura y la cara más mona que he visto este año. Me comentó el jueves pasado, golpeándose el corazón, que empieza la educación secundaria el lunes que viene (mañana): “I am getting old man”. Sus ojos verdes como lunas de esmeralda aplastan mi corazón, y la losa del tiempo me asfixia un poco más. La siguiente vez que me vea a Tom, no será Tom. Muchos cambios le esperan en muy poco tiempo. Hoy en el campeonato nacional de Bboying en Bobbejaanland él ha quedado tercero de su categoría. Hace un año, no pasaba las calificaciones previas. Empieza la ESO… tendrá muchas historias que escribir. Sonrío mientras lloró imaginando que la barba que le crecerá, algún día parará mis lagrimas. Me arrodillo ante ti, pupilo.


Siempre hay belleza aunque sea poca y esté escondida. Es cuestión de aprender a mirar, de escuchar a los pájaros. En Bélgica, después de llover, sale el sol. Pero, de manera excepcional, los arco iris solo se provocan en las ferias del diablo, Duveltjes Kermis, esos momentos de irrealidad en los que además de llover, sale el sol.


Vuelta a lo efímero. Pulso enviar y mando un What’s App: “If I were alone right now, I would be crying.” En Bobbejaanland el molino eólico sigue girando.

P.D. Nunca hubo adioses, que todo fueron hasta luegos. Nunca aprendí a decir adiós. Siendo la muerte una situación tan irrevocable, me dan miedo las despedidas. 

Somos lo que dejamos



Como elogio a lo palpable está es la dedicatoria que Tom y Petra escribieron en un álbum de fotos perenne (si, con hojas, con tinta) rebosante de realidad, de recuerdos. La mayoría escapa en Ryanair, yo soy el que se queda. Regalé los tubos de ensayo de Petra rellenos de arena del Sahara a mis amigos, que como ya había sido predicho, se escaparían entre mis dedos. Y duele. Es el reloj de arena de la vida convertido en barro por los jarros de agua fría. Abrir los ojos y verse en un aeropuerto rodeado de lo que te llevas, porque has sido lo que dejas. Abrazos eternos y fugaces. Mortales. Ver ciudades que se transforman en maquetas. Cerrar los ojos y visualizar recuerdos que una pantalla súper AMOLED multitáctil nunca mostrará. Las reflexiones sobre el tiempo, la madurez y la vida son inevitables en estas situaciones. Son tristes, adaptativas, liberadoras e indicadoras de la ausencia, esperemos temporal, de algo que ha sido querido. Llorar es sano. El crecimiento personal se fundamenta en el aprendizaje de las experiencias. La escritura es medicina. Internet, creando nuevas barreras, rompe las viejas. Las cartas  son comunicación. La enviaré por e-mail. 


Las mudanzas implican movimiento y selección. Tras un año acumulando cosas hemos de decidir que nos llevamos y que dejamos. Una buena opción para conservar nuestras posesiones puede ser contratar un servicio de mensajería y enviar un paquete a nuestra ciudad natal. Diversas fuentes me informan que GLS (https://gls-group.eu/), Packlink (http://www.packlink.es/es/), o EcoParcel (http://www.ecoparcel.eu/?Pages.Home ) son interesantes alternativas con buena relación volumen, tiempo de envío y precio. Otra opción es hacer una subasta con lo más valioso que poseemos, tiempo. Una amiga italiana se deshizo un juego de témperas a cambio de irse de picnic y recibir un masaje.

El último viaje suele ser el más complicado. Rebosante de maletas y emociones. Para ir al aeropuerto, la infalible y famosa GoPass nunca falla. (Excepto cuando hay huelga de trenes, estad atentos). Un autobús es un perfecto plan B. Pero sin duda, la mejor opción es conocer un belga simpático y con coche, (difícil combinación) os acerque al aeropuerto. 


Los cabos atados y los planes be, cuántos más, mejor. Dada a situación económica y laborar, no sería de extrañar que otros sectores se uniesen a los controladores aéreos franceses que dejaron a más de uno en Zaventem con cara de tonto. Las huelgas como medio de queja son para inculpar al jefe, no al trabajador. Para emergencias, el móvil con saldo y la batería cargada. La instantaneidad no garantiza ni comunicación, ni disponibilidad. Para un feedback inmediato una llamada telefónica ahorra minutos buscando wifi en el aeropuerto. De todos modos, un avión cancelado o perdido es solo el principio de una nueva aventura.  Que tengáis un buen viaje.




Londres-Bruselas 2010

Este texto fue escrito en 2010 tras el viaje realizado en primero de Bachillerato, como viaje de fin de curso.

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Volamos.
Desde una ciudad pequeña a una hermosa capital europea. El frío y la esponjosa nieve nos daban la bienvenida en un viaje repleto de anécdotas, conocimiento, experiencias y recuerdos. La majestuosidad de la Grand Place nos ofreció una belleza nocturna inusitada en España. Aquellos edificios inspiraban recuerdos de otras épocas de gran poderío y mayor esplendor. Desde la sauna del hotel vimos la ciudad que durante dos días nos iba a acoger como a sus hijos. Esa gran metrópoli llena de vida, cultura y dos idiomas.
Visitamos la comisión europea y confirmamos que Valladolid forma parte de Europa. Un paseo nevado por la ciudad nos invitó a perder la cabeza en la Plaza del
Cincuentenario. Una ciudad cargada de belleza, libros y mucha nieve. Al día siguiente con los dedos entumecidos visitamos el parlamento. Ese edificio que habíamos visto en los telediarios. Aquel hemiciclo hacía reflexionar sobre el diálogo, los idiomas y la unidad de miles de personas con un territorio en común. Antes de marchar visitamos el famosísimo niño meón y paseamos por última vez por aquellas calles congeladas con aroma a chocolate; un ejemplo de cómo el siglo XXI come terreno a las lejanas épocas doradas…
Un tren subacuático nos llevo a una isla donde todos creíamos conocer el idioma, pero la realidad es completamente diferente. El primer paseo por Londres nos acerco a un mundo de enorme bullicio y variedad, donde algunos nos quedamos con peligrosas historietas. La mañana siguiente conocimos el abarrotado Tube, que nos llevo a Camden Town. Un mercado lleno de cachivaches, camisetas y demás innecesarios artículos que adornan nuestras estanterías con una dosis de nostalgia y amor. Visitando los edificios, Saint Paoul, las casas del parlamento, las orillas del Támesis, el ojo de Londres. Una ciudad para pasear.
 El museo británico nos mostró el alcance de la creatividad, la sabiduría y la belleza de los humanos a lo largo de toda la historia y todas las culturas. Bajo la severa mirada del General Wellintong pudimos observar grandes obras maestras en la National Gallery. La luz y la fuerza de los girasoles de Van Gogh nos incitaban a disfrutar cada momento como si fuera el último.
La imponente guardia real no nos quiso acompañar a Buckingham Palace, el pequeño hogar de la Reina de Inglaterra. La artificial luz de Picadilly nos recordó que seguíamos en el futuro tras un largo día de viajar en el tiempo. El día siguiente fue para la ciencia. Estuvimos en el National History Museum y el Science Museum. El cerebro humano ha conseguido llegar a límites de sabiduría y conocimientos que no solemos apreciar. Por la tarde visitamos el templo del capitalismo y el consumismo. Los Almacenes Harrod´s enjabonaban las plantas con todo tipo de artículos: peluches, instrumentos musicales, alta tecnología, libros, ropa, mobiliario y etiquetas con excesivas cifras delante de la británica libra (Hilario: no sé donde esta la L de la libra, si la puedes poner…)
Como la nieve de Bruselas, la lluvia y la niebla de Londres nos acompañaron hasta el último día. El último paseo… Agotados los cuerpos subimos al autobús soñando, imaginando y deseando volver sin habernos marchado.

El avión nos traslado de nuevo a nuestra ciudad natal mostrándonos la incomparable vista del mundo desde el aire; reflexionando sobre nuestra Tierra, enormemente desconocida, con ansias de ser visitada y mostrarse, de viajar… Pero gracias a este viaje cargado de tonterías, idiomas desconocidos, nuevas culturas, enchufes de tres clavijas, marca páginas y recuerdos; dos grandes ciudades de este pequeñito mundo están un poco más al alcance de nosotros.