-----------------------------------------------------------------------------------------------------------
Volamos.
Desde una ciudad pequeña a una hermosa capital europea. El frío
y la esponjosa nieve nos daban la bienvenida en un viaje repleto de anécdotas,
conocimiento, experiencias y recuerdos. La majestuosidad de la Grand Place nos ofreció una
belleza nocturna inusitada en España. Aquellos edificios inspiraban recuerdos
de otras épocas de gran poderío y mayor esplendor. Desde la sauna del hotel
vimos la ciudad que durante dos días nos iba a acoger como a sus hijos. Esa
gran metrópoli llena de vida, cultura y dos idiomas.
Visitamos la comisión europea y confirmamos que Valladolid
forma parte de Europa. Un paseo nevado por la ciudad nos invitó a perder la
cabeza en la Plaza
del
Cincuentenario. Una ciudad cargada de belleza, libros y mucha nieve. Al día siguiente con los dedos entumecidos visitamos el parlamento. Ese edificio que habíamos visto en los telediarios. Aquel hemiciclo hacía reflexionar sobre el diálogo, los idiomas y la unidad de miles de personas con un territorio en común. Antes de marchar visitamos el famosísimo niño meón y paseamos por última vez por aquellas calles congeladas con aroma a chocolate; un ejemplo de cómo el siglo XXI come terreno a las lejanas épocas doradas…
Cincuentenario. Una ciudad cargada de belleza, libros y mucha nieve. Al día siguiente con los dedos entumecidos visitamos el parlamento. Ese edificio que habíamos visto en los telediarios. Aquel hemiciclo hacía reflexionar sobre el diálogo, los idiomas y la unidad de miles de personas con un territorio en común. Antes de marchar visitamos el famosísimo niño meón y paseamos por última vez por aquellas calles congeladas con aroma a chocolate; un ejemplo de cómo el siglo XXI come terreno a las lejanas épocas doradas…
Un tren subacuático nos llevo a una isla donde todos
creíamos conocer el idioma, pero la realidad es completamente diferente. El
primer paseo por Londres nos acerco a un mundo de enorme bullicio y variedad,
donde algunos nos quedamos con peligrosas historietas. La mañana siguiente
conocimos el abarrotado Tube, que nos llevo a Camden Town. Un mercado lleno de
cachivaches, camisetas y demás innecesarios artículos que adornan nuestras
estanterías con una dosis de nostalgia y amor. Visitando los edificios, Saint
Paoul, las casas del parlamento, las orillas del Támesis, el ojo de Londres.
Una ciudad para pasear.
El museo británico
nos mostró el alcance de la creatividad, la sabiduría y la belleza de los
humanos a lo largo de toda la historia y todas las culturas. Bajo la severa
mirada del General Wellintong pudimos observar grandes obras maestras en la National Gallery.
La luz y la fuerza de los girasoles de Van Gogh nos incitaban a disfrutar cada
momento como si fuera el último.
La imponente guardia real no nos quiso acompañar a Buckingham
Palace, el pequeño hogar de la
Reina de Inglaterra. La artificial luz de Picadilly nos recordó
que seguíamos en el futuro tras un largo día de viajar en el tiempo. El día
siguiente fue para la ciencia. Estuvimos en el National History Museum y el
Science Museum. El cerebro humano ha conseguido llegar a límites de sabiduría y
conocimientos que no solemos apreciar. Por la tarde visitamos el templo del
capitalismo y el consumismo. Los Almacenes Harrod´s enjabonaban las plantas con
todo tipo de artículos: peluches, instrumentos musicales, alta tecnología,
libros, ropa, mobiliario y etiquetas con excesivas cifras delante de la
británica libra (Hilario: no sé donde esta la L de la libra, si la puedes poner…)
Como la nieve de Bruselas, la lluvia y la niebla de Londres
nos acompañaron hasta el último día. El último paseo… Agotados los cuerpos
subimos al autobús soñando, imaginando y deseando volver sin habernos marchado.
El avión nos traslado de nuevo a nuestra ciudad natal
mostrándonos la incomparable vista del mundo desde el aire; reflexionando sobre
nuestra Tierra, enormemente desconocida, con ansias de ser visitada y
mostrarse, de viajar… Pero gracias a este viaje cargado de tonterías, idiomas
desconocidos, nuevas culturas, enchufes de tres clavijas, marca páginas y
recuerdos; dos grandes ciudades de este pequeñito mundo están un poco más al
alcance de nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario