Como
elogio a lo palpable está es la dedicatoria que Tom y Petra escribieron en un
álbum de fotos perenne (si, con hojas, con tinta) rebosante de realidad, de
recuerdos. La mayoría escapa en Ryanair, yo soy el que se queda. Regalé los
tubos de ensayo de Petra rellenos de arena del Sahara a mis amigos, que como ya
había sido predicho, se escaparían entre mis dedos. Y duele. Es el reloj de
arena de la vida convertido en barro por los jarros de agua fría. Abrir los
ojos y verse en un aeropuerto rodeado de lo que te llevas, porque has sido lo
que dejas. Abrazos eternos y fugaces. Mortales. Ver ciudades que se transforman
en maquetas. Cerrar los ojos y visualizar recuerdos que una pantalla súper
AMOLED multitáctil nunca mostrará. Las reflexiones sobre el tiempo, la madurez
y la vida son inevitables en estas situaciones. Son tristes, adaptativas,
liberadoras e indicadoras de la ausencia, esperemos temporal, de algo que ha
sido querido. Llorar es sano. El crecimiento personal se fundamenta en el
aprendizaje de las experiencias. La escritura es medicina. Internet, creando
nuevas barreras, rompe las viejas. Las cartas son comunicación. La enviaré por e-mail.
Las
mudanzas implican movimiento y selección. Tras un año acumulando cosas hemos de
decidir que nos llevamos y que dejamos. Una buena opción para conservar
nuestras posesiones puede ser contratar un servicio de mensajería y enviar un
paquete a nuestra ciudad natal. Diversas fuentes me informan que GLS (https://gls-group.eu/), Packlink (http://www.packlink.es/es/), o EcoParcel
(http://www.ecoparcel.eu/?Pages.Home
) son interesantes alternativas con buena relación volumen, tiempo de envío y
precio. Otra opción es hacer una subasta con lo más valioso que poseemos,
tiempo. Una amiga italiana se deshizo un juego de témperas a cambio de irse de
picnic y recibir un masaje.
El
último viaje suele ser el más complicado. Rebosante de maletas y emociones.
Para ir al aeropuerto, la infalible y famosa GoPass nunca falla. (Excepto
cuando hay huelga de trenes, estad atentos). Un autobús es un perfecto plan B. Pero
sin duda, la mejor opción es conocer un belga simpático y con coche, (difícil
combinación) os acerque al aeropuerto.
Los
cabos atados y los planes be, cuántos más, mejor. Dada a situación económica y
laborar, no sería de extrañar que otros sectores se uniesen a los controladores
aéreos franceses que dejaron a más de uno en Zaventem con cara de tonto. Las
huelgas como medio de queja son para inculpar al jefe, no al trabajador. Para
emergencias, el móvil con saldo y la batería cargada. La instantaneidad no
garantiza ni comunicación, ni disponibilidad. Para un feedback inmediato una
llamada telefónica ahorra minutos buscando wifi en el aeropuerto. De todos
modos, un avión cancelado o perdido es solo el principio de una nueva
aventura. Que tengáis un buen viaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario